Dueño Ausente
Paisana de mis alturas,
ingenua niña serrana
la de mejillas de rosa
y largas trensas endrinas,
De tu techo colorado
engastado a tus montañás,
¿qué ilusiones te arrancaron
bajando de esa tu altiva montaña?
Tu dueño sirve a la patria
y te dejó a tu cuidado
su maicito y los trigales
y la quinua ya sembrada
en tu tierrita escondida
al fondo de una quebrada.
Tu dueño ha de reclamarte
después del tiempo cumplido
su maicito y los trigales
y la quinua ya sembrada
en tu tierrita escondida
al fondo de una quebrada.
Paisana de mis alturas,
si tú, como la retama,
floreces en la quebrada
y en la costa no hay tu mata,
la rosa de tus mejillas
se está poniendo azafrana
vete cuanto antes paisana
vuelve sube a tu altiva montaña.
Tu dueño sirve a la patria
y te dejó a tu cuidado
su maicito y los trigales
y la quinua ya sembrada
en tu tierrita escondida
al fondo de una quebrada.
Tu dueño ha de reclamarte
después del tiempo cumplido
su maicito y los trigales
y la quinua ya sembrada
en tu tierrita escondida
al fondo de una quebrada.
ingenua niña serrana
la de mejillas de rosa
y largas trensas endrinas,
De tu techo colorado
engastado a tus montañás,
¿qué ilusiones te arrancaron
bajando de esa tu altiva montaña?
Tu dueño sirve a la patria
y te dejó a tu cuidado
su maicito y los trigales
y la quinua ya sembrada
en tu tierrita escondida
al fondo de una quebrada.
Tu dueño ha de reclamarte
después del tiempo cumplido
su maicito y los trigales
y la quinua ya sembrada
en tu tierrita escondida
al fondo de una quebrada.
Paisana de mis alturas,
si tú, como la retama,
floreces en la quebrada
y en la costa no hay tu mata,
la rosa de tus mejillas
se está poniendo azafrana
vete cuanto antes paisana
vuelve sube a tu altiva montaña.
Tu dueño sirve a la patria
y te dejó a tu cuidado
su maicito y los trigales
y la quinua ya sembrada
en tu tierrita escondida
al fondo de una quebrada.
Tu dueño ha de reclamarte
después del tiempo cumplido
su maicito y los trigales
y la quinua ya sembrada
en tu tierrita escondida
al fondo de una quebrada.
"Para la señora Doña Aurelia Canchari, empleada cocinera de la casa de mi madre. Vino a Lima en busca de su esposo, conscripto. Lima es grande, no le encontraba. Le hice esta canción. Extrañamente comenzó a silbar mientras trabajaba, largamente, tristemente –señal de que el serrano tiene nostalgia de su tierra-. Un día se despidió para siempre; luego me hizo saber, agradecida, que allá en su tierra la esperaba su esposo."
Comentarios
Gracias.
Saludos cordiales.
MaG
http://www.youtube.com/watch?v=pENZjPvwPrg&feature=related