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Mostrando entradas de octubre, 2007

Señora y Dueña

Ay, niña, que vas a misa tempranito en la mañana con la cara lavadita y la falta almidonada, acuérdate que en las noches no se te quita la maña de perder la cabecita casi hasta la madrugada.[x2] La línea de tu silueta se entrevé cuando lo llaman el ritmo de las guitarras y el prum pum de las palmas quiebras, niña, en el paseo las vueltas y las miradas y tus pies son un recreo bordando finas pisadas. Quieres pasar, no te dejan, insistes y te dominan, vas retando con finura y por darte el paso terminan y la vuelta farolada con la q luces la enagua es un trazo de lisura q que tiendes como redada Y entonces con el pañuelo que con la mano revuelves lo acusas y lo rechazas y sin querer lo envuelves. Ya escobillaste la tierra con esa gracia limeña y al fin ya quieta sonríes ay, niña, señora y dueña.

Puño de Oro

Donde quieras que estés ha de llegarte La ofrenda de mi voz y agradecerte El luminoso trazo que nos dejas Y el soleado mañana que entregaste Un solo norte un solo empeño Tu suelo corazón del que eres dueño Sacrificando luz por darle gloria Sus colores en sombra soñarías Morirías tus sombras sin dolores La tierra va tomando de tu estrella Y tu estrella morena va brillando Del llanto que dolida va quemando Y tu tierra contigo esta llorando Mauro, puño de oro, no te digo adiós si aquí te quedas Dentro de mi corazón hermano honrado Que de tu riela luz y el aleluya Que a lo que de mi voz te iré cantando La tierra va tomando de tu estrella Y tu estrella morena va brillando...

Gracia

A través de lo que cuentan te adivino, como una niña bonita de pie fino; La figura menudita y en el talle, un despliegue de gracia y de lisura... Con aroma de los huertos te envolvías y llena de tu fragancia y su frescura encendías el camino pues llevabas para alumbrarte centellas de terciopelo. Azafrán de Castilla, ajonjolí y romero santo, tenías en tu pecho, alhelí, nardos y encantos. Y al pasar te decían preguntando: "¿Qué llevas en el pecho que huele tanto?" Rumor de quitasueño, y manantial brota en tu risa, mezcla de la azucena y capullí dan tus colores, y al entreabrir tu boca la sonrisa despliega el bicolor de mis amores. Tan bonita y chiquitita, tan sandunguera y graciosa, limeña de tradiciones, de cuentos y de leyendas. Si aún me parece verte, de cuando en cuando, en la calle cuando el sol está de fiesta y te ciñe por el talle. Azafrán de Castilla, ajonjolí y romero santo, tenías en tu pecho, alhelí, nardos y encantos. Y al pasar te decían preguntando: "¿Qué lle

Arequepay

¡Arequepay! Acepto tu muy extraña voz. ¡Orgullo siento al contemplarte tan peruana, tan bella, tan enhiesta! Algo quedó de mí, al yo dejarte inolvidable ciudad maravillosa, que entrañas blancas de la tierra mía, te hacen inmortal, bella y bravía. Algo quedó de mí entre tus parques, en donde juega un rumor de amor y río, y entre las nubes que atisban tus secretos y en los juegos nevados que te celan. Algo quedó de mí entre tus rejas, en tus plazuelas tiernas y en tus calles, calles que acaricié, y en tus portales y en el ámbito diáfano que rasgan campanas cimarronas catalinas. Y algo quedó también en tu campiña, el Misti, que quedó sin ver el mar, y se quedó a tu lado fiel, vuelto volcán, trocó su sed de mar en sed de amor y dulcemente te sirve de guardián. Él te da su vigor, te da tu afán, su ardor con nieve aplaca por tu amor y regala su vista al vestir tú, el traje de sillar que te entregó. Luz que le da fulgor a la luz misma y se desprende de tí, hecha de gloria, por haber sido arie

Un Barco Ciego

Como yo el mar se vuelve y se revuelve dentro del mar prision y prisionero se ve pasar cargado de naufragios más alla de las olas y los años Atado así, atado a su misterio obscura ya la estrella y la memoria el corazón recuerda lo no dicho. Una isla blanca; un barco ciego. Y así tomando fuerza en sus prisiones el viento se alce, bramen las mareas; en tempestad despierte lo soñado para crecer los ríos y los hombres corazón de sal y de tormentas corazón de arenas y de estrellas Furia de la furia, trunca y prisionera. El mar, el mar.

Coplas a Fray Martín

Ahí va Martín y su mula, ahí va Martín y su mula, allí se van calle arriba los dos, Martín y la mula. Llevan prendidos los ojos, llevan prendidos los ojos de herida y hambre de pobres los dos, Martín y la mula. Y te vas para volver, Martín, con la siembra de tus sueños sombreando el atardecer. Y se la pasa viviendo, y se la pasa viviendo con una mano sembrando y con la otra barriendo. Y es la esperanza del pobre, y es el consuelo del rico, un hombre de tez morena y el alma como paloma. Y el alma como paloma, un hombre de tez morena entre aceituna y canela y el alma como palo... un hombre de tez morena y el alma como paloma.

Zeñó Manué

Oiga, uté, zeñó Manué, ¡y nos estamos quedando, sin esa Lima de otrora tan querida y tan señora! Sus calles, como en la copla, son unas calles cualquiera, son unas calles cualquiera, camino de cualquier parte. Ya no nos llevan al parque, ni tampoco a la alameda, ya las plazuelas se mueren, alumbrando su tristeza, no perfuma la diamela, ni cae el jacaranda, ni florecen los aromos al llegar la navidad. Oiga, uté, zeñó Manué, enamorado de Lima, que tejes para tu amada con tus hermosas palabras, un encaje de ternura y una guirnalda dorada, vamos a cerrar los ojos e imaginar la soñada. Vamos junto a surtidor, que nos cante su recuerdo y que la luz de un farol, preste amor a nuestro ensueño, y la flor de chirimoya, y el perfume a reseda, adormezcan las mentiras y nos traigan la verdad. Dicen que hubo alguna vez, una Lima sandunguera, alfombra, jacaranda, que tenia su quimera, soleada cerca a los cerros, y mojada junto al mar, dicen que hubo alguna ve

La Obscura Herida

Qué obscura sangra la herida, ay, ay, ay, madura tierra escondida, ay, ay, ay, madura tierra escondida. El tiempo muere gritando ay, ay, ay, madura se va quemando. ay, ay, ay, que obscura sangra la herida. Tus trenzas se hacen brida, ay, de una fiera y secretos helechos para la espera tus trenzas se hacen brida, ay, de una fiera ay, de una fiera madura siembra tu hastío para el tiempo queme tu sol con frío que lloré ,lloré llorando lagrima dura.

Zaguán

Zaguán a la noche abierto, refugio de mi ilusión, a ti se quedó prendida la flor de mi corazon. Bordado con piedrecitas, caminitos de mi amor, al fondo una lucecita y un misterioso interior Zaguán tibio iluminado con fanalitos de amor recuerdas al que yo diera mis labios y tu candor; si se detiene a tu puerta dile que ha quedado yerta la flor que yo le ofreciera flor de la ilusión primera. Recuerdos que no me nombran su nombre y este tormento desaparece si siento la sensación de su boca; acariciada su risa con fondo de campanarios y al traérmelos la brisa me llaman a tu santuario. ¡Cómo lastima la herida de mirar por tu rendija! No te encierres en tu noche; no te cierres a mi vida. Zaguán a la noche abierto, refugio de mi ilusión, a ti se quedó prendida la flor de mi corazón.