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Mostrando entradas de septiembre, 2007

El Surco

Dentro de un surco abierto vi germinar Un lucero de infinita soledad Y con una canasta le vi regar Con agua de un arroyo de oscuridad Ah, malhaya, la siembra se echó a perder Y el agua del arroyo se echó a correr Al lucero le gusta la libertad Y al agua del arroyo la claridad No dio fruto el lucero, se fue a alumbrar Y el agua del arroyo le fue a cuidar. En una hora triste quise cantar Y dentro de mi canto quise gritar Y dentro de mi grito quise llorar Pero tan sólo canto para callar Ah, malhaya la hora en que fui a cantar Ah, malhaya la hora en que fui a gritar Si gritando se llora para callar Y mi vaso sediento no llega al mar Ah, malhaya la hora en que fui a cantar Ah, malhaya la hora en que fui a gritar Y así se fue el lucero a su libertad; Y así se fue el arroyo a su claridad. No me llegó la hora de clarinar.

Ese Arar en el Mar

Cuando ya se me olvide habré olvidado, viviré adormecida, liberada. No ansiaré la respuesta, pues no habré preguntado. No habré de perdonar ni habré ofendido. Extrañaré la rumia de mis sueños, y la dulce molienda y la esperanza, ese constante hacer un alguien de algo, ese afán de castillos en el aire. Ese arar en el mar de los ensueños, ese eterno soñar, la adolescencia.

Cardo o Ceniza

¿Cómo será mi piel junto a tu piel? ¿Cómo será mi piel junto a tu piel? ¿Cardó o ceniza; cómo será? Si he de fundir mi espacio frente al tuyo, ¿cómo será tu cuerpo al recorrerme y cómo mi corazón si estoy de muerte; mi corazón, si estoy de muerte? Se quebrará mi voz cuando se apague de no poderte hablar en el oído, y quemará mi boca salivada, de la sed que me queme si me besas; de la sed que me queme si me besas. ¿Cómo será el gemido y cómo el grito al escapar mi vida entre la tuya? ¿y cómo el letargo al que me entregue, cuando adormezca el sueño entre tus sueños? Han de ser breves mis siestas, mis esteros despiertan con tus ríos. Pero, pero, cómo serán mis despertares, (3v) Cada vez que despierte, avergonzada. (2v) ¡Tanto amor y avergonzada! (2v)

Bello Durmiente

Te amo, Perú. Y recorriera toda la gama de verdes que te adornan y el gris soberbio manto de tu costa que al subir por los cerros en colores se torna. Me empinaría en tu más alta cumbre para estirar mis brazos y abrazarte y en esa soledad pedirte humilde que devuelvas mi beso al yo besarte. Y es un derroche de amor el suelo mío; y es que es el hijo del sol el Perú mío. Es un gigante al que arrullan sus anhelos; Bello durmiente que sueña frente al cielo. Este su sueño, comparten tres amadas, desnuda costa ilusionada, exuberante la selva apasionada, y una tímida sierra enamorada. ¡Generoso Perú, Bello Durmiente!

El Gallo Camarón

Llegó, llegó la tarde, de responderle al amo, tiene ansiedad de tragedia, por mi muerte o por mi vida. Se le salta el corazón de despedida, de trofeo, de emoción por mi muerte o por mi vida. Quítame, gallero, trabas, para reñir fui criado, tengo la caña cuadrada y el pecho muy levantado. Ten fe en mi casta, gallero, que soy de buena camada, deja ya de acariciarme y quitame, gallero, trabas. Nací, crecí esperando, el reto muerte o victoria, y a la mirada del amo, y al galpón me estan gritando. Se me junta la ansiedad, con el coraje, y aquel adiós protector, del gallero en el plumaje. Quítame, gallero, trabas, para reñir fui criado, tengo la caña cuadrada y el pecho muy levantado. Ten fe en mi casta, gallero que soy de buena camada, deja ya de acariciarme y quítame, gallero, trabas. Que soy un gallito fino, kikiriki, de buena nidada, tengo orgullo de mi casta, y de aquel que me criara. Que soy un gallazo fiero, de aquellos que vez en cuando que quiere vivir venciendo, o si ha de morir ma

José Antonio

Por una vereda viene cabalgando José Antonio, se viene desde el barranco a ver la flor de Amancáes. En un bere-bere criollo, va a lo largo del camino, con jipijapa, pañuelo, y poncho blanco de lino. Mientras corre la mañana, su recuerdo juguetea, y con alegre retozo el caballo pajarea. Fina garúa de junio, le besa las dos mejillas, y cuatro cascos cantando, van camino de Amancáes. ¡Qué hermoso que es mi chalán! ¡Cuán elegante y garboso! Sujeta la fina rienda de seda, que es blanca y roja. ¡Qué dulce gobierna el freno con sólo cinta de seda, al dar un quiebro gracioso al criollo bere-bere! Tú, mi tierra, que eres blanda le diste ese extraño andar enseñándole el amblar del paso llano (ya no) gateado. Siente cómo le quitaste durezas del bere-bere, que allá en su tierra de origen arenas le hacían daño; fina cadencia en el anca, brillantes se ven las crines, y el nervio tierno y alerta para el deseo del amo. Ya no levanta las manos para luchar con la arena quedó plasmado en el tiempo su and

Fina Estampa

Una veredita alegre con luz de luna o de sol tendida como una cinta con sus lados de arrebol. Arrebol de los geranios y sonrisas con rubor; arrebol de los claveles y las mejillas en flor. Perfumada de magnolias rociadas de mañanita la veredita sonríe cuando tu pie la acaricia; y la cuculí se ríe, y la ventana se agita cuando, por esa vereda, tu fina estampa pasea. Fina estampa, caballero. Caballero de fina estampa, ¡un lucero!, que sonriera bajo un sombrero, nos sonriera más hermoso ni más luciera, caballero y en tu andar andar reluces la acera al andar andar. Te lleva hacia los zaguanes y a los patios encantados; te lleva hacia las plazuelas y a los amores soñados. Veredita que se arrulla con tafetanes bordados tacón de chapín de seda y fustes almidonados. Es un caminito alegre con luz de luna o de sol que he de recorrer cantando por si te puedo alcanzar fina estampa caballero, quién te pudiera guardar. Fina estampa, caballero. Caballero de fina es

El Puente de los Suspiros

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Puentecito escondido entre follajes y entre añoranzas, puentecito tendido sobre la herida de una quebrada. Retoñan pensamientos tus maderos, se aferra el corazon a tus balaustres. Puentecito dormido y entre el murmullo de la querencia, abrazado a recuerdos, barrancos y escalinatas. Puente de los Suspiros, quiero que guardes, en tu grato silencio, mi confidencia. Es mi puente un poeta que me espera, con su quieta madera, cada tarde, y suspira y suspiro, me recibe y le dejo, solo sobre su herida, su quebrada, y las viejas consejas van contando de la injusta distancia de la amante, sus arrestos vencidos, vencidos por los ficus, de enterradas raices, en su amada. (BIS) Puente de los Suspiros Barranco, Lima-Perú

La Flor de la Canela

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¡Déjame que te cuente, limeño. Déjame que te diga la gloria, ay! Del ensueño que evoca la memoria Del viejo puente, del río y la alameda. Déjame que te cuente, limeño Ahora que aún perfuma el recuerdo Ahora que aún se mece en un sueño El viejo puente, el río y la alameda. Jazmines en el pelo y rosas en la cara Airosa caminaba la Flor de la Canela Derramaba lisura y a su paso dejaba Aromas de mixtura que en el pecho llevaba. Del puente a la alameda menudo pie la lleva Por la vereda que se estremece al ritmo de su cadera Recogía la risa de la brisa del río y al viento la lanzaba Del puente a la alameda. Déjame que te cuente, limeño. ¡Ay, deja que te diga, Moreno, mi pensamiento! A ver si así despiertas del sueño Del sueño que entretiene, Moreno, tu sentimiento. Aspira de la lisura Que da la Flor de Canela Adornada con jazmines Matizando tu hermosura. Alfombra de nuevo el puente Y engalana a la alameda que el río acompasara su paso por la vereda. Y recuerda que